martes, 18 de abril de 2017

CONTEXTO POLÍTICO Por Efraín Flores Iglesias La caída de Robespierre

Muy poco le duró el gusto a Robespierre Robles Hurtado presidir la Presidencia del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) en la entidad. Se fue como llegó: de manera controvertida. No olvidemos que fue designado magistrado del TSJ sin tener carrera judicial, lo que generó infinidad de cuestionamientos, particularmente del Colegio de Abogados de Chilpancingo.

Treinta y ocho legisladores lo designaron magistrado en una sesión celebrada el 10 de noviembre de 2015. Ocho días después, el pleno del TSJ lo designó como presidente de dicho órgano jurisdiccional.

Antes de ser magistrado, Robles Hurtado se desempeñaba como presidente de la Fundación Colosio (filial al PRI) y titular de la Notaría Pública número 19, que se ubica en el puerto de Acapulco, y que heredó de su padre, el fallecido ex secretario general de Gobierno, José Rubén Robles Catalán.

En los 16 meses que estuvo al frente del Poder Judicial de la entidad, se le vio muy activo en las redes sociales, sobre todo en Facebook, en donde hacía público su vida privada. Se confrontó con algunos comunicadores y quienes no compartían su forma de pensar. No cuidó las formas, pues.

A los trabajadores del TSJ los trató con la punta del pie, a tal grado que el pasado 22 de marzo le protestaron en Ciudad Judicial, ubicada en Chilpancingo, para exigirle mejoras salariales y seguridad social. Además, le reprocharon su tolerancia al nepotismo, algo que ya se hizo costumbre en dicha institución, pues los magistrados e integrantes del Consejo de la Judicatura incrustan en la nómina a familiares directos.

Utilizó su cargo para posicionar su imagen con miras a la Alcaldía de Acapulco. Y eso no es todo. Se le empezó a relacionar con el crimen organizado y con algunos personajes que actualmente se encuentran recluidos en penales federales.

El 19 de julio del año pasado, un comando armado atacó a balazos la sede de la Notaría 19 y dejó un narco mensaje en el que reprochan a Robespierre Robles de incumplir acuerdos.

Es evidente que el vástago de José Rubén Robles Catalán cayó de la gracia del poder. Se salió del perímetro –dixit Humberto Salgado Gómez, ex secretario general de Gobierno en la administración de Ángel Aguirre Rivero–. Tarde o temprano lo tenían que bajar de la nube en que estaba.

Su viaje a Las Vegas, Nevada, EE.UU., fue la gota que derramó el vaso.
Este lunes 17, el corresponsal de la Agencia Apro en la entidad, Ezequiel Flores Contreras, informó del viaje que realizó el magistrado en comento y su esposa –autodenominada presidenta del voluntariado del TSJ– a la “Ciudad del Pecado”.
Una foto subida a Facebook, en donde la pareja aparece sonriente durante el concierto de la artista canadiense Céline Dion, en el exclusivo casino-hotel Caesar´s Palace, fue el principio del fin de Robespierre como mandamás del TSJ.

Este martes durante la sesión en el Congreso del Estado, los diputados locales se enteraron de la renuncia que presentó Robespierre Robles como titular del Poder Judicial y de la solicitud de tres meses como magistrado.

En entrevista, el presidente de la Comisión de Justicia del Congreso local, el priista Héctor Vicario Castrejón, señaló que Robespierre Robles renunció por motivos de salud. Mientras que la coordinadora de la fracción parlamentaria del PRD, Erika Alcaraz Sosa, manifestó desconocer lo que ocurría en el TSJ, pero sugirió a Javier Olea Peláez, titular de la Fiscalía General del Estado, renunciar al cargo. ¡Zas!

Y no estaría mal que el fiscal Olea renunciara al cargo, ya que cada vez abre la boca, la cajetea gacho.

Es necesario pues, que todos aquellos servidores públicos que han sido deficientes en su desempeño, pongan sus barbas a remojar. Robespierre ya lo hizo. O, mejor dicho, lo obligaron.

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