jueves, 2 de marzo de 2017

LA NETA DEL PLANETA Karmelynda Valverde Arropando al Ángel de la Costa Chica.

KARMELYNDA VALVERDE

40 días se cumplieron la semana pasada, del sorpresivo deceso de Angelito Aguirre Herrera y en el Bello Nido del alma mía se realizó esta triste conmemoración, siguiendo la tradición regional de los 40 días.

El número 40, es utilizado de forma simbólica desde la antigüedad, sobre todo en algunas religiones. En Egipto los faraones eran enterrados 40 días después de su muerte. Ese tiempo, estaba considerado para la preparación del difunto en ‘’su viaje’’ y según esta cultura, el alma necesitaba 40 días para la separación definitiva de los tres componentes: cuerpo, alma y espíritu.

En La Biblia el número 40 es citado 98 veces: 40 días y 40 noches duró el diluvio (Génesis7:4). 40 años estuvieron los israelitas en el desierto, después de abandonar Egipto en busca de la Tierra Prometida (Números 32:13).

40 Días estuvo Moisés en el Monte Sinaí, y ahí recibió las tablas de la Ley con los 10 Mandamientos….y en muchas, muchas referencias bíblicas más.

En algunos lugares como el remoto país de Argelia, realizan una comida a los 40 días en memoria del ser querido que fallece. Algo similar a lo que se realiza en nuestra tierra. Y claro, esta vez no iba a ser la excepción y menos tratándose del hijo de una persona, que digan lo que digan y piensen lo que piensen, está muy arraigado en el corazón de los costachiquenses en general, a grado tal, que convirtieron esta dolorosa conmemoración en pasarela politicoide, con el comelitón y el folklore incluido. Aunque  hay que decirlo también, estuvieron sus verdaderos amigos, más allá del quehacer político. Los que lo aprecian con cariño genuino, sin haberle pedido nunca nada, como un Mario Navarrete.

Pues bien, tuve que apechugar todo el movimiento desde afuera de la iglesia, desde luego, cuando mi intención era abrazar y por qué no? Llorar junto a mi amigo y paisano, por quien no he dejado de clamar a Dios, desde aquél aciago y terrible día en que me enteré (dos días después, por estar internada en el Instituto Bíblico) de la fatal y terriblemente dolorosa noticia. Ojo, y que no se me malinterprete. No duele más un hijo por ser descendiente de una figura pública, duele lo sorpresivo, lo inimaginable, duele lo que el dolor de la persona apreciada, querida, tenga o no tenga poder, sea rico o carente de recursos económicos.

Hay quienes pensamos que en la conmemoración de los 40 días de la partida de Angelito, hubo ciertos excesillos protagónicos y por poco la convierten en un tianguis o un mini pendón, sin embargo, no creo que haya habido mala intención en ello, sino que a la paisanada le ganó el deseo de demostrarle a nuestro paisano, solidaridad y cariño, muy a su manera, amén de que aunque nunca he compartido la idea del comelitón para agradar a las personas y no aleguen falta de cariño por la persona fallecida, finalmente esto es lo que rifa en nuestra cultura y  tradición.

Y el propósito sin lugar a dudas se logró, y nuestro paisano seguramente debió sentirse arropado por el cariño de sus paisanos, no solamente ometepequenses y costachiquenses, sino de diferentes partes de mi pozolero estado.


No tuve oportunidad de abrazar apapachadoramente a mi amigo Ángel, ni de expresarle que espiritualmente he vivido su dolor, pero sigo haciendo lo mejor que puedo hacer desde de la noticia del doloroso suceso: orar por él, por toda su familia, pidiéndole a papá Dios que los levante y fortalezca y sane sus corazones aceptando con humildad sus designios.