viernes, 27 de enero de 2017

MÉDULA Un balde de agua fría para el molesto Trump Por Jesús Lépez Ochoa

Cuando los mexicanos nos enteramos de posturas como la de Donald Trump hacía nuestra soberanía nacional y nuestros paisanos, con toda razón nos enojamos.

En ese enojo colectivo surgen desde los recordatorios maternos hasta el nacionalismo mal entendido, y en consecuencia, llamados a realizar acciones que tal vez nos llenarían de orgullo pero que serían inconvenientes.

¿Quién se enorgullecería de darse un balazo en el pie?

Lo digo por quienes promueven boicotear a empresas estadounidenses en nuestro territorio nacional.

Me parece perfecto consumir productos mexicanos. Lo que no me parece es que se hable de paralizar a las trasnacionales porque equivale a afectar a cientos de miles de trabajadores mexicanos y sus familias.

Comenzando porque algunas de esas empresas serán las más afectadas con la insistencia de su gobierno en llevarse los empleos de regreso a los Estados Unidos, cuando México es su principal mercado en algunos casos.

En ese entendido, boicotear a las empresas o marcas estadounidenses significa hacer precisamente lo que Trump desea, y de paso contribuir a agravar la situación generando el desempleo de trabajadores que no hay que obviarlo, tienen familias que estaríamos revictimizando, porque son mexicanos enojados igual que nosotros, pero además, se enfrentan a que sus connacionales pidan afectar a sus fuentes de ingreso.

Esto además de llevar a la quiebra a franquiciatarios nacionales de las marcas de ese país hacia las que sin sentido se orienta la indignación cuando también están sufriendo los embates del presidente de su país.

Quienes plantean combatir nacionalismo con nacionalismo, deben recordar que el modelo de sustitución de importaciones que implementó México el siglo pasado, aunque tuvo un periodo de desarrollo estabilizador con buen crecimiento económico al que se llegó a llamar “el milagro mexicano”, terminó en crisis, devaluación, desigualdad y abandono del campo.

Si Trump quiere incursionar en el nacionalismo proteccionista México no tiene por qué seguir esa misma ruta por la que ya anduvo. Por el contrario, debe mantener aliados entre el poderoso empresariado que puede hacerle contrapeso del otro lado de la frontera, y ampliar sus relaciones comerciales con otras potencias.

A quien se debe presionar para ello es a los responsables de las relaciones internacionales y económicas, léase el poder Ejecutivo, al propio Senado de la República que es el que legisla al respecto, y no a los inversionistas extranjeros que bien o mal pagados, generan empleos.

Y no sólo presionar, si no asumir, ahí sí, una postura de unidad nacional, condicionada a que nos den resultados.

¿Cómo queremos defender a nuestros paisanos de las deportaciones y contradictoriamente convocamos a llevar a la quiebra las fuentes de empleo de muchos compatriotas?

Debemos meter la cabeza en un balde de agua fría para evitar convocatorias radicales a las que ningún actor político relevante se ha sumado. Por el contrario, han manifestado solidaridad, incluso desde la oposición.


jalepezochoa@gmail.com