martes, 6 de diciembre de 2016

CONTEXTO POLÍTICO Por Efraín Flores Iglesias Alcaldes cuestionados



Han transcurrido más de 14 de meses desde que asumieron el poder, pero tal parece que a la mayoría de los 81 presidentes municipales no les ha quedado claro cuál es su función o, simple y sencillamente, se hacen los occisos para no cumplir los compromisos que establecieron con sus electores. Y, peor aún, ya se frotan las manos para participar en las elecciones de 2018, ya sea para reelegirse o para busca una diputación (local o federal). No quieren vivir fuera del presupuesto, pues.

Los hay de todos los colores e ideologías. 

Ya se acostumbraron a tener gente a su mando, despilfarrar recursos y utilizar vehículos oficiales para fines particulares o partidistas.

Creen que las condiciones de la elección del 2015 se repetirán en 2018. Se equivocan. Los alcaldes priistas, por ejemplo, olvidan que hace un año ganaron gracias el efecto Astudillo y no porque hayan sido excelentes candidatos. Uno de ellos es Marco Antonio Leyva Mena, quien con la estructura de otros actores políticos de la capital del estado y del actual gobernador llegó a la presidencia municipal sin tener ningún mérito más que ser candidato del PRI.

Al instalarse en la presidencia municipal de Chilpancingo, “El Chambitas” –como popularmente se le conoce– enseñó el cobre. Se mostró tal cual es: un soberbio, demagogo y pleitista. 

Durante su gestión la capital del estado se volvió la más sucia e insegura del país. De hecho, a unos metros de su domicilio particular, que se ubica a pocos metros del zócalo, se han cometido ejecuciones y asaltos a mano armada.
De todos los alcaldes emanados del PRI, es el más cuestionado. Además de soberbio, demagogo y pleitista, es un inepto. Evade la realidad y cada rato niega –a pesar de las denuncias de trabajadores– que encabece un gobierno marcado por el nepotismo y que jinetee recursos.

Sus denunciantes han sido militantes de su propio partido, como es el caso de Jaime González González, regidor presidente de la Comisión de Planeación y Presupuesto, quien el pasado 5 de mayo reveló que existen 125 millones de pesos depositados en bancos para financiar obra pública en este municipio, pero que inexplicablemente no se aplican.

El alcalde de marras ha negado ser soberbio y autoritario, pero sus actitudes lo delatan. Y para muestra un botón: en los últimos días de mayo sostuvo un encuentro con habitantes de la colonia Héroes de Guerrero, a quienes atendió por unos minutos para retirarse visiblemente molesto porque una mujer le cuestionó su falta de atención en la zona habitacional que colapsó por la ruptura de una tubería de agua potable.

“Si usted me va a estar faltando el respeto en mi casa que es el Ayuntamiento, me voy. Y Entonces aquí acabamos la reunión”, dijo visiblemente enojado y abandonó a los colonos y a los funcionarios municipales presentes en la reunión.

La paciencia no es lo suyo. Y gobernar, tampoco. 

Lo suyo es la altanería, el pleito y el valemadrismo.

FELICÍTAS, OTRO CASO.- Es protegida del dirigente estatal del partido Movimiento Ciudadano (MC), Luis Walton Aburto; del coordinador de la fracción parlamentaria de MC en el Congreso local, Ricardo Mejía Berdeja;  del titular de la Auditoría General del Estado (AGE), Alfonso Damián Peralta, y del secretario de Contraloría y Transparencia Gubernamental estatal, Mario Ramos del Carmen.

En efecto, me refiero a la alcaldesa de Mártir de Cuilapan (Apango), Felícitas Muñiz Gómez, quien desde que llegó al cargo es acusada con pruebas de cometer infinidad de actos de corrupción.

En su defensa alega ridículamente que sus opositores la atacan por ser mujer. ¡Por favor! Yo le preguntaría: ¿por ser ella una mujer no debe ser acusada por ninguna anomalía? Que no se confunda. Todos los representantes populares y servidores públicos deben rendir cuentas ante la sociedad.

Desde luego no admitirá que en la nómina del Ayuntamiento tiene a una decena de familiares cobrando como directivos. Para empezar, una de sus hijas es presidenta del DIF Municipal y su suplente en la Alcaldía.

Doña Felícitas tiene el privilegio de tener a un poderoso padrino político y a unos legisladores del PRI que le protegen sus fechorías desde el Congreso local. Si no fuera por ellos, otro gallo cantara. 

Personajes como Felícitas Muñiz y el prófugo ex gobernador veracruzano, Javier Duarte de Ochoa, le hacen mucho daño a la sociedad. Pero los legisladores y algunas autoridades tienen mucho que ver en que haya impunidad para los malversadores de recursos.

Mañana nos leemos con más casos de alcaldes que se creen virreyes y que permiten que el crimen organizado genere zozobra en sus municipios.

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