lunes, 7 de noviembre de 2016

CONTEXTO POLÍTICO Por Efraín Flores Iglesias La anhelada alternancia en Chilpancingo



Durante ocho décadas el PRI se ha mantenido como instituto político hegemónico en el municipio de Chilpancingo. El PRD, su principal opositor ha estado cerca de ganar la Alcaldía, sobre todo, en la elección pasada con su candidato Antonio Gaspar Beltrán.

Si bien es cierto ganó el PRI con Marco Antonio Leyva (MAL), pero no porque haya sido un buen candidato, sino porque Héctor Astudillo Flores, abanderado a la gubernatura, hizo una excelente campaña, de la que se colgaron MAL y los candidatos en los distritos locales 01 y 02, Víctor Manuel Martínez Toledo y Maluisa Vargas Mejía, respectivamente… y Beatriz Vélez Núñez, del distrito 07 federal. 

Si la elección hubiese sido solamente de Ayuntamiento y diputaciones, el escenario fuera otro. Marco Antonio Leyva, también motejado como “Alcalde Chambitas”, estaría en la fría banca y Chilpancingo sería mejor.

Los chilpancinguenses votaron realmente por Astudillo, quien en tres ocasiones fue presidente municipal de la capital del estado, diputado local y senador de la República. Y lo hicieron porque la abanderada del PRD a la gubernatura, Beatriz Mojica Morga, no era de la región Centro, sino de la Costa Chica.

Luego entonces, El Chambitas debería estar agradecido con Astudillo. Lamentablemente no es así. El alcalde de marras es soberbio e ingrato. Con todos se pelea (hasta con su sombra).

Los que lo ungieron como candidato a la Alcaldía cometieron un error. No vieron más allá de sus narices. No se dieron cuenta que estaban impulsando a un candidato sin estructura ni arraigo con los sectores sociales; un candidato que no pudo organizarle un evento masivo a Héctor Astudillo. Ni siquiera en San Mateo –barrio en donde tiene su domicilio– juntó gente para un mitin. 

Ya instalado como alcalde en el Palacio Municipal, MAL se exhibió tal como es: un arrogante y enemigo de la ciudadanía. Salió peor que su predecesor Mario Moreno Arcos.

Ha transcurrido un año de su insensible gobierno; un año en que trabajadores del Ayuntamiento y de la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado de Chilpancingo (Capach) le han tomado varias veces el Palacio Municipal; un año en que la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) y la Cámara Nacional de Comercio (Canaco) lo han cuestionado por su ineficiencia para brindar seguridad al sector productivo, y un año en que la ciudadanía le ha exigido obras y resolver el problema de la basura.

La inconformidad ha llegado hasta el PRI. Ya no saben qué hacer con él, si renunciarlo o no. 

Tal parece que su Maestría en Ciencia Política por la UNAM y Diplomado en Análisis Político por la Universidad Iberoamericana los pasó de noche, pues no los pone en práctica. 

No es un político de diálogo ni conoce la diplomacia. Le quedó grande la presidencia municipal de Chilpancingo y solamente se ha dedicado a beneficiar a sus familiares, entre ellos a su padre, el doctor Ronaldo Leyva Adame, quien ha sido señalado por trabajadores del Ayuntamiento de tomar decisiones en la Secretaría de Salud municipal y ostentarse como su asesor en la Alcaldía. ¡Zas!

En las últimas semanas se ha confrontado con los alcaldes perredistas Hossein Nabor Guillén, de Tixtla, y Pablo Higuera Fuentes, de Eduardo Neri (Zumpango), por la ubicación del relleno sanitario intermunicipal, ya que con total arrogancia pretendía (o sigue pretendiendo) operarlo en Matlalapa, municipio de Tixtla.

Creyó que iba a ser fácil. Nunca se imaginó que los tixtlecos se iban a oponer. Y el tiempo le ganó. Ahora, Chilpancingo ya no tiene un basurero, porque así lo dictaminó un juez federal, pues el que estaba operando en la colonia La Cinca cumplió su ciclo.

Desafortunadamente, Chilpancingo es un chiquero. Los que visitan la capital del estado de Guerrero se van decepcionados al ver tanta basura por todos lados. 

Asimismo, la inseguridad es algo que preocupa a los chilpancinguenses, ya que diariamente se cometen levantones, balaceras y ejecuciones; evidenciando de esa manera a la autoridad municipal como incapaz para prevenir el delito. 

Los dirigentes del PRI están conscientes que la elección de 2018 será muy complicada, pues la popularidad del presidente Enrique Peña Nieto está por los suelos, por lo que corren el riesgo de salir de Los Pinos. Es más, no tienen gallo fuerte para enfrentar al PAN y Andrés Manuel López Obrador.

Y en Guerrero, no todos los alcaldes priistas están respondiendo a las expectativas ciudadanas. Marco Antonio Leyva, es el ejemplo más claro.
Se entiende que el gobernador Héctor Astudillo se esfuerza diariamente por hacer un buen gobierno, pero si los alcaldes de su partido no ponen de su parte, el PRD puede resurgir y recuperar algunos municipios que perdieron en la elección pasada, así como ganar donde nunca han gobernado, como es el caso de Chilpancingo.

No olvidemos que en las dos últimas elecciones presidenciales al PRI le ha ido mal en Guerrero. Han perdido senadurías y la mayoría de los distritos electorales federales, así como Ayuntamientos y distritos locales.

Para el PRD sería un privilegio ganar Chilpancingo, municipio que nunca ha gobernado. Desde luego que aprovechará la inconformidad social que prevalece contra el PRI y Marco Antonio Leyva. 

Y en este momento el más posicionado para hacer realidad la alternancia en la capital del estado, es el ex diputado Antonio Gaspar Beltrán. Al tiempo.
ENTRE OTRAS COSAS… Al que se le fueron a la yugular este fin de semana fue al fiscal Xavier Olea Peláez

Sus críticos fueron el arzobispo de Acapulco, Carlos Garfias Merlos y el chilpancinguense Luis Castillo García. El primero lo llamó a “ver con objetividad” lo que ocurre en el estado de Guerrero en cuanto a los hechos delictivos. Esto lo señaló luego de que el pasado viernes el funcionario calificara de “exagerados” los señalamientos de empresarios de Zihuatanejo por el cierre de negocios a causa de la violencia.

Luis Castillo, por otra parte, acusó a Xavier Olea de encubrir a un grupo del crimen organizado que opera en Chilpancingo, por lo que exigió su renuncia al cargo. ¡Zas!

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