domingo, 17 de julio de 2016

CARTAS DESDE CHICAGO/ Inmigración, racismo y terrorismo ROGELIO FAZ.

Tras los acontecimientos sangrientos más recientes en Estados Unidos, cuando dos personas de raza negra fueron muertos por policías blancos y cinco policías muertos por un negro, hacen suponer que sigue la discriminación y el racismo en el país de manera rampante.  

A pesar de que a EU se le considera un país desarrollado, la verdad es que hay una disparidad de criterios con relación a como se interpreta la ley entre sus habitantes. Y esta, al parecer depende según la raza, la cultura o el nivel económico. 

Generalizar a un grupo social determinado es absurdo y sería una misma dosis de lo que se quiere combatir. No obstante, en el terreno, en los hechos, quienes podemos constatar por diferentes barrios en EU, que la actitud y el aspecto por donde se camina; la comunidad con su actitud habla por sí sola. Quienes se llevan el peor juicio es donde se muestra el desorden, se reniega de cualquier autoridad o disciplina. Por consiguiente son los más propensos a causar problemas. Sin embargo, son los que más se quejan de la autoridad.

Se supone que la ley es igual para todos, pero la realidad es que no todos ven la ley de la misma manera. Queramos o no, lo racial, lo cultural o la falta de integración social son factores que tienen efecto a la hora de actuar de acuerdo a la ley.

No se trata de justificar ningún crimen en la comunidad ni de las autoridades, pero si es conveniente distinguir quienes y como se contribuye a estos problemas que acaban en abusos de autoridad.

En el caso de Chicago, si recurrimos a las estadísticas del crimen nos encontramos que los porcentajes de delincuencia son desproporcionales tomando lo racial. Por ejemplo, la comunidad afroamericana representa el 33% de la población pero cometen el 75% de los crímenes. Y de estos, el 90% son entre ellos. El 72% de los niños afroamericanos no tienen una familia tradicional, son hijos de madres solteras y estas tienen varios de diferentes.

Los ‘hispanos’ representamos el 29% y nos corresponde el 20% del problema. Los blancos son el 32% de la población y contribuyen con el 4% del problema. El resto se lo reparten entre otras razas.

Y eso se refleja en la precaución. Si en nuestros barrios vemos pasara a un negrito frente a nuestra casa, casi por reflejo mental nos preguntamos ¿que anda haciendo este por aquí? Sospechamos de algo y quizás no lo perdamos de vista. 
Como también si un paisano se cambia a un suburbio de blancos es probable que los vecinos digan “Ya nos cayó el chahuistle” (en inglés no sé cómo se diga), temiendo que la casa vaya a estar sobre habitada o pueda haber borracheras acompañadas de música regional a todo volumen.

Es casi una reacción natural de auto defensa y en ambos casos obedece a la imagen ganada a creces. Lo racial viene siendo un referente. No podemos negar que si hay racismo pero no como se pretende ilustrar.

En lo que respecta a  la comunidad de raza negra, por ejemplo al sur de la ciudad donde se sabe es la zona con el más alto índice de crimen en todo EU. Si usted usa el transporte público como el tren de la CTA -el metro-, la Línea Roja o Verde, y le agarra el anochecer sobre todo en fin de semana, se dará cuenta que basta con que no sea de la misma raza como para que se dé la arrepentida de su vida. Pues se está en un territorio que se considera solo para los de ‘color’, y transitar por esos lugares es una afrenta, o presa fácil.

Lo que se conoce como ley del fuero común y que aplica a todos por igual, es ley muerta en estas comunidades. Cuando los someten por desorden público se quejan de abuso de autoridad exigiendo se cumplan al pie de la letra los derechos civiles y humano. Más aun, fingen ignorar la ley para no someterse a una revisión de rutina de la policía, a quien puede en cualquier momento salirle lo criminal hastiado de lidiar siempre con lo mismo.

Los temas de inmigración, racismo y terrorismo son temas centrales del momento y no faltara quien los quiera compaginar. Los paisanos en EU no somos terroristas pero si podríamos ser un problema social, en parte por la falta de integración, aferrados a que la ley pueda estar en contra nuestra. Posiblemente si usted vive en Chicago dirá que es un buen ciudadano, ¿pero el resto?

Las leyes son las mismas para blancos, negros, cafecitos, amarillos o con turbante, pero si ni siquiera las aplicamos en nuestra conducta personal o no se las exigimos a los que nos rodean por no tener molestias, no esperemos a que un uniformado con pistola cansado de bregar con lo mismo desenfunde y nos confunda con el típico desadaptado social.



Entresemana.mx