domingo, 23 de febrero de 2014

Entresemana Incienso Moisés Sánchez Limón

Obligaciones y responsabilidades de los servidores públicos, entendiéndose en la pirámide de la estructura gubernamentales desde el Presidente de la República y hasta el más modesto empleado de cualquiera de los tres niveles de gobierno, están previstas y sancionadas en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Es un trabajo bien remunerado en los altos niveles del Poder Ejecutivo; extraordinariamente retribuido en el Poder Judicial de la Federación y con largueza y absoluta opacidad en el Poder Legislativo.
¿Hay alguna razón para aplaudir a un servidor público por el cumplimiento de sus obligaciones? Casos excepcionales los hay con medalla de oro y diploma de por medio, incluso un premio en metálico, cuando se trata de actos heroicos o de beneficio para la sociedad o, como suele decirse, para la humanidad.
Los maestros, por ejemplo, tienen una misión en específico. Pero la retribución que les permitía tener una vida digna, desahogada para dedicarse estrictamente a educar a los mexicanos, se perdió entre los diferendos políticos que seguramente recordará el senador Manuel Bartlett Díaz con la entonces poderosa dirigente nacional del magisterio sindicalizado, Elba Esther Gordillo Morales.
La rebelión magisterial contra el status laboral, incentivada por quienes hicieron de la protesta una industria millonaria y personalizada, obligó a gobiernos como los de Oaxaca, Michoacán y Guerrero a entregar espacios de poder y premiar a los maestros que iban a dar clases, es decir, darles un bono mensual de dos mil pesos, además de su salario, por cumplir con sus obligaciones y responsabilidades.
¿Se merecerán esos maestros un homenaje el 15 de mayo? Han perdido el respeto de la sociedad y, lo peor, de sus alumnos. ¿Quemar incienso a los maestros cual homenaje a los dioses de la sabiduría que perdieron en una batalla prestada a intereses de supuesta izquierda anti gobierno?
En esa tesitura y medidas las distancias, el golpe al narcotráfico de las grandes ligas que se significó el sábado último por la captura de Joaquín El Chapo Guzmán, detonó en declaraciones de reconocimiento y felicitación, muchas de ellas cuajadas de genuflexiones y en exceso triunfalistas, al presidente Enrique Peña Nieto.
Los merecimientos, empero, son para infantes de marina, policías federales y soldados que han muerto en esta guerra contra el crimen organizado y que todos los días transitan en esa débil línea de la gloria o la muerte en esta tarea. Donde manda capitán, no gobierna marinero. ¿Qué ha sido de las familias de estos marinos o soldados rasos que han muerto? Para ellos, más que la felicitación debieran ser los presupuestos destinados a las recompensas ofrecidas por la captura de delincuentes. El incienso no paga despensas, la leche y la escuela de los huérfanos de guerra.
¡Ah! Contrastaron las críticas de personajes como Andrés Manuel López Obrador, apenas elementales en este mosaico plural del país. Cada quien con su incienso, unos para halagar, otros en una especie de conjura contra los malos espíritus que les inhiben triunfos, aunque los tildan de fraude. En fin.
Pero, en estos contrastes, ofenden por excesivos, ciertamente, los elogios a Enrique Peña Nieto. Olvidan los legisladores, políticos, líderes políticos y sindicales, integrantes de la alta burocracia, lamebotas, editores de dizque diarios de circulación nacional que desplegaron editoriales de excesiva ñoñería, cuando saben que el narcotráfico es la Hidra de mil cabezas, que esa es una obligación de cualquier servidor público.
Al tomar posesión, conforme dispone el artículo 87 constitucional el Presidente de la República protesto “guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen, y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de Presidente de la República que el pueblo me ha conferido, mirando en todo por el bien y prosperidad de la Unión; y si así no lo hiciere que la Nación me lo demande."
En el artículo 108 constitucional se refieren las Responsabilidades de los Servidores Públicos. Felicitarlos por cumplir con su trabajo, es de elemental civismo. Pero quemar incienso y pretender elevarlos al nivel de héroes por haber cumplido con sus obligaciones, es un exceso.
Y si alguien duda que el capturado sea El Chapo y se repita aquella opereta con el caso de Amado Carrillo, El señor de los cielos que “se murió” en el quirófano, o de la que parecía broma de mal gusto con El Lazca, está en su derecho de dudar. ¿Cortina de humo? ¡Pamplinas! A los mexicanos ya no nos engañan con esa muletilla.
Lo cierto es que no hay razón para hacer héroes. Además, no olviden que se lucha contra la Hidra y El Chapo es sustituible. Esto no se acaba hasta que termina. Ni tanto que queme al Santo ni tanto que no lo alumbre. Conste.
LUNES.- El secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, realizó una gira bastante movida por Colima. Inauguró obras de infraestructura, atestiguó la presentación del portal México Conectado y anunció la nueva etapa del programa de transición a la televisión digital; además convivió con estudiantes y ofreció hacerles llegar Internet.  Optimista porque la SCyT cumple el mandato constitucional de garantizar el derecho de acceso a las tecnologías de la información y comunicación. En marzo arranca el plan piloto para sustituir 120 mil televisiones con señal analógica en Nuevo Laredo y Reynosa, Tamaulipas. La asignación de televisiones digitales se hará a hogares inscritos en padrones de Sedesol; sólo un aparato por hogar.