miércoles, 7 de agosto de 2013

Médula Autodefensas y Estado Por Jesús Lépez Ochoa

Jesús Lépez Ochoa

 Dice Giovanni Sartori que para analizar la política hay que poner un pie en lo que es, y el otro en lo que debiera ser. En el debate político el “debiera ser” siempre triunfará sobre “lo que es”, ya  que las fallas de lo segundo son palpables y las que podría tener lo primero, resultan una simple posibilidad.
En nuestro país el ejemplo claro es el tema de la seguridad. Lo que debiera ser, es el cumplimiento de las leyes, un Estado capaz de respetarlas  y hacerlas respetar. Un Estado que cumpla con administrar los impuestos y garantizar la seguridad de sus ciudadanos a cambio del alto honor de gobernarlos.
Lo que es, todos lo estamos viviendo en el día a día. Ejecuciones, balaceras, secuestros, extorsiones y cobro de cuotas a lo largo y ancho del territorio nacional.
En ese contexto, surgen los movimientos de autodefensa, en los que ciudadanos se agrupan y se arman para darse seguridad ante un Estado Mexicano que está fallando y es incapaz de ejercer su monopolio del uso de la fuerza porque éste ya le fue arrebatado por los grupos delincuenciales y ahora por los propios ciudadanos.
El monopolio del uso de la fuerza es inexistente, el Estado ya no lo tiene y se encuentra amarrado de manos, en una encrucijada entre los poderes fácticos  y la sociedad civil organizada, entre la impunidad que ha concedido y la protección que ha negado.
Cada aparición de una autodefensa o alguna movilización de sus miembros pone al Estado entre la espada y la pared. ¿Cómo podrán las fuerzas del orden desarmar  a un grupo de ciudadanos cuando no han sido capaces de garantizarles seguridad para sus familias?
Ante la disyuntiva, hay autoridades que han señalado a los movimientos de autodefensa de responder a intereses de grupos de la delincuencia o la guerrilla. De acuerdo con teóricos de los movimientos sociales como Alberto Melucci hay grupos de interés detrás de éstos, por lo que el señalamiento contra las autodefensas es factible aunque no irrefutable, ya que no necesariamente tendrían que ser narcotraficantes o guerrilleros quienes impulsen las autodefensas.
Así fuera, la autoridad que hizo pública la delación tendría que dar nombres y mejor aún, ejercer su función y efectuar las detenciones correspondientes, lo cual no ha sucedido y por lo tanto el “debiera ser” hace muy endeble el señalamiento.
Tampoco se trata de anarquismo, ya que no se trata de desconocer a la autoridad como limitadora de libertades, parafraseando a Mikhail Bakunin, sino tomar su papel precisamente porque ha dado muchas libertades a quienes no debe dárselas y eso ha ocasionado que cualquiera asesine, extorsione o secuestre con impunidad, lo que a su vez está motivando que cualquiera se arme y se agrupe para integrar una autodefensa.
Sea o no correcto, parezca o no lo mejor, eso está sucediendo, es lo real, lo que es. ¿Y lo que debe ser? Una acción de gobierno que dé los resultados esperados en el tema de seguridad, parece algo muy lejano y hasta utópico mientras el sexenio corre y casi consume su primer año en la inopia de resultados.