Moisés Sánchez Limón
Al doctor José Ramón Narro Robles lo hemos visto en los más variados escenarios. Ya como adalid de la democracia y hasta árbitro en disensos político-partidistas; mesurado y entregado a causas sociales, mas no en cumplimiento de su papel de rector de la Universidad Nacional Autónoma donde hay evidencia de que los grupos radicales ya le tomaron la medida.
Pareciera que el doctor Narro anda en busca de un cargo de elección popular en los comicios intermedios de 2015 y por eso cuida su imagen y evita tomar decisiones, colegiadas incluso como debe proceder en el ámbito de la máxima casa de estudios a propuesta suya como cabeza de la autoridad universitaria, para poner orden y cortar de tajo con los porros que se disfrazan de estudiantes.
¿A qué le teme el rector? Aplicar el orden e instruir al cuerpo de seguridad de la UNAM detener y poner a disposición de la autoridad a los porros que se han apoderado de la institución, es una medida que, sin duda alguna, le aplaudiría la comunidad universitaria que está harta de esos grupos violentos que una y otra vez han procedido violentamente y destrozado inmuebles y muebles propiedad de la Universidad Nacional Autónoma de México.
¿Esperará el rector a que los estudiantes hagan justicia por mano propia y se genere una escalada que suma en la crisis a la UNAM?
El abogado general de la máxima casa de estudios, Luis Raúl González Pérez, procedió conforme a derecho al presentar las denuncias correspondientes contra esos siniestros personajes (hombres y mujeres) que en el anonimato, embozados, encabezan marchas de unas decenas de individuos que se dicen estudiantes y proceden irracionalmente a destruir todo lo que encuentran a su paso, como ocurrió en la torre de Rectoría.
González Pérez cumplió con la obligación que le confiere el cargo al proceder como lo hizo. Seguramente los porros emprenderán una campaña para desprestigiarlo y acusarlo de lindeza y media y enemigo de los universitarios, como si estos porros del Colegio de Ciencias y Humanidades, plantel Naucalpan, pudiesen presumir de estudiantes universitarios.
Hay crispación social. La de estos porros como la dizque lucha social de los maestros disidentes en Guerrero, Oaxaca, Michoacán y Chiapas,  es una actitud que no puede tolerarse porque simple y sencillamente carece de fundamentos válidos.
¿Admitir a porros como estudiantes regulares en el CCH? ¿Aceptar las demandas de los maestros disidentes porque dicen tener la razón? Ninguno soporta un análisis básico de los motivos que los mueven a cerrar carreteras y destruir inmuebles.
A las causas justas es un crimen negarles apoyo. No poner alto a estas movilizaciones entraña impunidad, encubrimiento y complicidad. ¿Quiere el gobierno aguantar hasta donde la liga estire? El delito de omisión es aplicable al gobernante que deja hacer y deja pasar la comisión de delitos. Lo peor es el rumbo que tome la crispación social alimentada por esas impunidades. Conste.