viernes, 9 de noviembre de 2012

Entre la verdad y la ficción. Huellas de los hombres de buena fe, el periodismo y lo que sigue. Por Jorge Luis Falcón Arévalo*


Jorge Falcón

Con afecto y admiración para Mauro Campuzano Marquina, quien señala: “¿Para qué ha servido el FAP y las escuelas?”


Los vacíos de la Ley del Fondo de Apoyo a los Periodistas; la "cuna" donde nació, fue un pesebre con dedicatoria en su momento. Los sindicatos de redactores  "club sociales", dice  Mauro Campuzano Marquina, y  le en lo agregaría en lo personal: “con sevice room". Son extensiones de agencias de colocaciones, pues el directorio, relación  o listado o dossier de periodistas no existe; como tampoco existe suscrito algún convenio con empresa periodística, para erigirse como "sindicato". 

Los pormenores para darse de alta en cualquier sindicato, son como las jovencitas que buscan un sitio para encaramarse al  "tubo" de un bar de mala muerte; más  que sean de "jale" para los directivos. Hay más extorsionadores que realmente gente que haga periodismo. Dijo en su momento Pío V, "los calumniadores deben ser castigados como homicidas". Esto es similar a lo que realizan los políticos en cualquier representación en la aprobación y no aplicación de leyes. Infamia con infamia se paga. Calumnia es mentira. ¿Quién miente?

El Fondo de Apoyo a los Periodistas, se ha convertido en un asunto de gavillas; de periodistas orejas, “halcones”, delatores, de servidumbre. De comprometidos con los políticos menos con la sociedad y con el periodismo mismo. “Diferenciar entre periodistas éticos de chantajistas”, dice Campuzano, en el FAP, en estos momentos está la respuesta. Pues trabajan de lo que más critican: “sin transparencia, sin ética y se agandallan el dinero que es de todos”

¿Cómo explicar la irrupción de la imprenta en manos de hombres de pensamiento libre; pero también en manos de hombres que condenaron esas máquinas a esparcir no tan solo mentiras, sino estados sociales, políticos, como económicos? Nace por un lado la publicidad literaria; pero también la propaganda. Es la escritura hecha periodismo y posterior comunicación.

Es necesario reconocer que el periodismo no ha sido estudiado a fondo por los propios periodistas; como los entomólogos, han estudiado a fondo, la mosca del olivo. Debemos recordar que las ciencias de la comunicación, son similares a las ciencias políticas en sus métodos: estudiar, reflexionar y leer. Leer, estudiar y reflexionar. Son diversas ciencias que convergen en un mismo estudio, bajos diversas perspectivas que entrelazan otras ramas de esa misma ciencia. Sociología, es parte de la semiología.

Recordemos que las ciencias de la comunicación, la conformación de las teorías no fueron presentadas al mundo del estudio y la academia por periodistas, sino por Paul Lazarsfeld, matemático y sociólogo; Kurt Lewin, sicólogo social, estudioso de la comunicación de grupos y Harold Lasswell, politólogo dedicado al estudio de la propaganda. Y de allí la conformación, de estudiosos de esos comportamientos grupales de la semiología, lenguajes corporales y conductas sociales. Son los comunicólogos que egresan de una universidad. Porque una institución que imparte esa facultad, te libera con ese “título”. Ejerces para los Mass Media, rabiosamente.

El reportero, es dentro de su antigua acepción, quien hace un reporte, Y ello nace en la antigua Roma y se le dio rigor, en la milicia. Un reportero en una arcaica acepción, sale a buscar un reporte; que se englobe dentro de las ciencias de la comunicación como género. Es una parte, solo eso.

El periodismo de acuerdo a Salvador Borrego, teoría y técnica, “en una acción inmanente -noticia objetiva- y trascendente -carácter y doctrina-. Los empíricos artesanos medievales,  propiamente en Alemania, crearon  un periodismo que se fraguaba entre la teoría -lo que se consideraba divinamente acomodaticio en las ramas de la filosofía para expresar acerca de los poderes de esa época-  y la práctica, bajo un punto de vista empírico, con espíritu de acción, de aventura (Víctor Hugo); que posee fibra de investigador, temple temerario (Giovanni Papini) y alma bohemia (Hemingway). El escritor se hace al periodismo. Narra, cuenta y adentra.
El quehacer periodístico -como termino-, pues cuestionan, analizan, critican, juzgan; y, lo ejercen  los articulistas, los editorialistas, los columnistas, los escribanos de lo que sucede y acontece en nuestro entorno, Son puntos de vista, criterios y juicios en algunos sumarios en otros razonados del acontecer del comportamiento de la sociedad. Es criterio.

De allí que los géneros no tan solo en el periodismo, sino en las propias ciencias de la comunicación como regla metódica, definen. Al reportero lo mandan a hacer un reporte, un reporte, una noticia de tal o cual suceso, que está definido por reglas. Lo mismo que un fotógrafo, cuya aventura difiere porque la fotografía es polisémica.

Por lo tanto para no caer en reglas de códigos. La diferencia entre un  profesional estudioso y egresado de una facultad de ciencias de la comunicación o sociología de la comunicación y educación; con un empírico, la hace: la metodología. Simple y llano. Un autodidacta, se prepara, estudia, indaga, investiga y logra en ocasiones, emerger con buenos frutos en el ejercicio del periodismo. 

Proliferan los escritores, que los difiere el estilo -que es un tema apasionante- Kant, Nietzsche, Hume, Diderot, Dumas, García Márquez, Alfonso Reyes, Altamirano, Luis Spota, Wittgenstein, Eco, Jorge Raúl Calvo, Gubern, Giraud, Barthes, Jaegger, Rivadeneira, McLughan, Schramm, Young, dieron pasos importantes, incuestionables en la comunicación y el mensaje, que son armas académicas y de educación en las aulas universitarias.

En los géneros periodísticos está la decisión y el termino de cada quien que se enarbola en este ejercicio de la escritura, donde ante nuevos retos no tan solo del Homo Videns, de Giovanni Sartori; de Ekman, Elaine Wilkes, Prodan, entre otros en el lenguaje corporal. El mensaje es el medio, rompió esquemas y los rompió tan bien, que irrumpe en el escenario el internet y una infinita gama de formas de expresión. El “voyerista” sale del closet, y escribe, redacta, esgrime. Y el sentido del periodista o comunicólogo cambia; mejor dicho, se transforma del modo de ejercer el periodismo se convierte en un paradigma, en un objeto del deseo de estar en la “línea de fuego”. Adictos u ocasionales al Facebook y al Twitter, ¿son “corresponsales de guerra”? ¿Reporteros entre la frontera del salario y de la buena fe? ¿Hablamos de un “periodista” o “reportero” hogareño y deleitable?

Y la lucha empieza, desde la trinchera de la web y su oferta de diversas casas comerciales de esa tecnología de la información; pero también, en estos la presencia ignota, del big brother, está más que latente -es la censura a la libertad de expresión- precisamente en el Facebook (el libro de las carotas, en el lenguaje mílite). Twitter, te somete a 140 palabras y. . . ¡Te lleva a las horcas caudinas!

Es necesario una adecuación de los sindicatos, agrupaciones, sociedades y todo grupo que aglutine gente que practica el periodismo; unos, como su sustento diario. Otros, como forma de obtener canonjías y prebendas. Los más por no tener otro oficio, y son buenos para la extorsión -que están en listas de raya en el gobierno-, la estafa, el pillaje y otras formas de ocultarse, para ser informantes de pago por evento; pero, además quienes filtran información a los grupos de poder. Esa es la canallada. Pues no son periodistas sino agentes de gobierno.

El Fondo de Apoyo a los Periodistas debe adecuarse en su contexto y dar paso a un sano consejo de mujeres y hombres de buena fe, para buscar con el apoyo económico del gobierno, de las empresas periodísticas y del propio escribidor, para alcanzar ante el IMSS o ISSTE, una jubilación, sino placentera al menos decorosa.