martes, 24 de enero de 2012

MIRADA INTERIOR. El NAUFRAGIO DE CALDERÓN Isaías Alanís



Desde el principio y hasta el final del sexenio de Felipe Calderón, el cayuco nacional, hizo y hace sangre. Su gran buque de la InConcordia, fue de navegación guerrera fallida. Marinero de agua dulce y general sin tropa, el presidente de México, equivocó el sextante y llevó el barco al garete. Haber iniciado la agenda sangrienta nacional en Michoacán para vengar viejos agravios en las urnas, pavimentarle el camino al proyecto Cocoa, y salvar su reputación de “almirante desobediente”, hizo que el barco escorara desde el principio. Amante de frecuentar islas electorales y paraísos fiscales. Le abrió la escotilla de cuarto de maquinas a los operadores del PRIAN que, conocedores del poder de las turbinas y corrientes marinas de la política nacional, se unieron al grupo de grumetes a bordo, comandados por el que se hizo bola de fuego y cuyos restos fueron lanzados a las aguas profundas del caos, cebado por su ambición petrolera.
No hubo arboladuras que detuvieran huracanes y marejadas. El Concordia, mejor dicho la chinampa nacional, resinificó las novelas de ficción al intentar salvar el abismo del océano, con la mentira de la guerra contra el narco, y no contra la pobreza, y el equilibrio económico de una chalana dejada al garete en medio de las turbulentas marejadas macro económicas y la violencia de corsarios y piratas, qué, desde pequeñas y gigantes falúas, empujaron la nave del bisoño piloto al abismo oceánico de la violencia.
Este escorar sin isla a la vista, desencadenó una serie de viejos y nuevos capitanes de un  barco, donde forzados navegantes se vieron obligados a amotinarse y pedir la cabeza de su capitán. Ante el fuego cruzado de culebrinas, cañones y arcabuces; corsarios amarillos y tricolores se unieron para tratar de parar el naufragio. Error de navegación, el barco se fue a pique y apenas la popa se columbra en el horizonte y las lanchas salvavidas, se van en picada hacia los paraísos submarinos de la democracia sumergida.
No hay rumbo. En seis años de cabrioleo y batallas, el crimen organizado se ha fortalecido. Se vende más y a más bajo precio. Sus tentáculos han invadido otras áreas de la economía sin que el lavado de dinero haya sido parado. La prueba es que Don Chapo, Kate del Castillo dixit, es el hombre más rico y el barón más mentado en todo el globo terráqueo. Prueba fehaciente de lo fallido de la guerra de Calderón.
En este acto de la telenovela que se acaba, los candidatos del PAN, fueron lanzados desde el puente de mando sin salvavidas, ni oxigeno a un mar infestado de tiburones y hábiles comerciantes en puestos de elección popular. Totalmente marineros de agua dulce, no saben para donde esta el norte ni si desde la escotilla de su chinampa, se ve la cruz del sur o la estrella polar. El otro barco está completo y lleno de corsarios émulos de Barba Negra. El Copetón, lector del Libro Vaquero, va montado en el tritón de oro. Su cayuco va firme. Ninguno de su tripulación se le quiere subir a las barbas. Ah pero, en tierra firme, los tricolores se pegan hasta con el mascarón de la proa oxidada del viejo partido. En tanto, la izquierda se acomoda a la derecha entre oleajes bravos del norte, los piratas panistas van solos hacia el abismo del vacío electoral.
Sólo queda el motín nacional, la guerra contra el narco llevarla a las calles, plazas e islas de tierra firme. Para eso están los corsarios. Ya después se les premiara con un doctorado honoris causa. En tanto a velocidad crucero, el pueblo se ahoga con asaltos a la economía. Los bandoleros se auto nombren diputados, senadores, secretarios, presidentes municipales y se unen al festín en los instantes en que la chinampa presidencial, se ahoga. 
El capitan del barco, ha dado instrucciones a juglares, historiadores y traga fuegos, que escriban su historia apegados a la verdad.
DE aquí al mes de julio de este año, sabremos el desenlace, si es lanzado al mar el capitán del barco, o, se le premia con el gobierno de una ínsula en el océano donde habitan los oscuros.
En Guerrero el lugar común llamado Ayotzinapa, se ha sobre girado. Antes de cerrar esta entrega, habría que preguntarle al ex procurador Alberto López Rosas, que su valentía al defender su tesis es loable. Ante la insistencia que los disparos salieron de las armas federales, (como es costumbre desde la creación del ejercito constitucionalista el siglo pasado), sustentado en testimonios y videos. Habría que hacerle saber, que los policías federales están bien pertrechados usan armas más modernas que los ministeriales y estatales, y una mayor capacidad de fuego. En vez de buscar nananchés en los capires con las pruebas de radiozonato (¿quién sabe que es eso?), para que de una buena vez se cierre este capitulo, y se castigue a los autores materiales, le pedimos, si es que está en su poder, se haga pública la autopsia practicada a los jóvenes caídos. Un médico forense, dirá de qué arma salió la bala que dejó su firma en los cuerpos. Y se castigue a los culpables, sean federales o ministeriales; y el estado siga su marcha.
Y que la normal rural de Ayotzinapa, se convierta en un centro educativo de primer nivel que requiere Guerrero, y no en una cueva de alumnos mal comidos, que no estudian o lo hacen bajo presiones en un búnker inexpugnable, dirigido por personajes que amparado bajo una máscara revolucionaria, han vivido con el dinero de los estudiantes.
Los normalistas, están en el camino de los senderos que se bifurcan, o se lanzan a una revolución académica, se vinculan con sectores productivos, le apuestan a una educación de calidad, competitiva, recuperan el espíritu para el que fueron creadas, se alinean a los cambios tecnológicos;  o, sobreviven bajo el yugo de los que se aprovechan de la pobreza de los estudiantes.
El gobernador del sexenio pasado pidió un año de gracia por seis años de desgracia para la entidad. Ángel Aguirre en diez meses demostró que su gobierno es de proyectos viables, ambicioso y de gran calado.
Que los jóvenes, musculo de una republica, sean los agentes del cambio.
Que saquen la cara los que azuzan y atizan el fuego y tratan de imponer el caos a costa de la sangre de los  estudiantes.