viernes, 2 de diciembre de 2011

ZEFERINO, EL GRINCH Jeremías Marquines


Zeferino, El Grinch


 
El estado de Guerrero viene apenas saliendo una de las más terroríficas crisis de violencia e inseguridad que se haya registrado alguna vez; miles de empleos se perdieron, cientos de negocios cerraron por la presión de la delincuencia, decenas de hospederías se quedaron sin huéspedes, cientos de familias tuvieron que emigrar y mal vender sus propiedades, otras más quedaron marcadas por siempre por el flagelo de la violencia
 
En medio de esta ola criminal, Acapulco perdió todo su esplendor, perdió el tianguis turístico, perdió a los springbreaker, su imagen se pulverizó ante el mundo, y el paraíso pasó a convertirse en un verdadero peligro para caminantes; todavía a estas fechas, la vida cotidiana no se normaliza: la gente sigue caminando con miedo; aún hay extorsiones; crímenes; levantones; los negocios siguen cerrados y el desempleo ha crecido como nunca.
 
Así grande fue el daño que el gobernador Zeferino Torreblanca Galindo le heredó a Ángel Aguirre, actual gobernador. Durante sus seis años de mandato, Torreblanca Galindo no quiso atender el problema de la inseguridad en Guerrero, pero tampoco ni siquiera intentó pedir ayuda a la federación como apenas lo acaba de hacer Aguirre.
 
A casi ocho meses después de dejar el gobierno y de haber abandonado en manos de la delincuencia a todos los guerrerenses, ahora viene, como el cínico y sinvergüenza que siempre ha sido, a criticar a un nuevo gobierno que en menos de un año ha hecho mucho más de lo que nunca quiso hacer en seis años como gobernador.
 
Tan sólo, en lo que respecta a la procuración de justicia, el nuevo fiscal guerrerense Alberto López Rosas supera por mucho a los tres procuradores que puso Zeferino. Ninguno de esos pésimos funcionarios tuvo el arrojo ni el valor para enfrentar la situación como ahora lo hace López Rosas, los resultados de una administración de justicia exitosa están a la vista de todos. Casos graves como el asesinato del diputado Moisés Villanueva, donde está implicado como autor intelectual un alcalde priísta en funciones, se están resolviendo satisfactoriamente para la sociedad y se manda un mensaje claro de que el imperio de la impunidad que floreció en los gobiernos anteriores, ya se acabó. También, con avances reales y en vías de solución, se encuentra el caso del asesinato del diputado presidente del Congreso del Estado, en el periodo de Zeferino Torreblanca, Armando Chavarría. Un caso que el propio ex gobernador enredó deliberadamente y obstaculizó para evitar se resolviera. Se investiga también el crimen del diputado José Jorge Bajos Valverde que el ex gobernador Zeferino no quiso resolver y para engañar a la sociedad inventó un chivo expiatorio, encarcelando durante cuatro años a Aldy Manuel González Rodríguez, un militante panista.
 
La lista de los agravios cometidos por Zeferino Torreblaca contra el pueblo de Guerrero es inmensa, va desde el atraco al presupuesto público, las palizas a grupos disidentes, la indolencia en la procuración de justicia, el desfalco al presupuesto educativo, la pauperización de los programas sociales, el uso patrimonialista de los bienes públicos, los desprecios a los arrastrados y alcahuetes perredistas, hasta la protección del mañoso gobierno de René Juárez Cisneros, a quien nunca quiso auditar a pesar de que saqueó las arcas públicas.
 
A pesar de todos estos agravios y de que intentó hacer que el candidato del PRI, Manuel Añorve le sucediera, traicionando a los partidos y a la gente que lo hizo gobernador, a pesar de todo esto, ha regresado a decir “su verdad”, según dice,  y para difundir “su verdad” ha comenzado a lanzar estiércol contra el actual  gobierno del estado con el fin de detener las auditorías que se efectúan a todas las secretarias y dependencias de la administración anterior donde se han detectado grandes desfalcos.
 
Durante los seis años de su gobierno, esta columna fue la única que criticó constantemente los excesos y las desviaciones mentales de Torreblanca Galindo. En ninguna otra parte, ninguno de los que ahora cobran con el nuevo gobierno, le dedicó un artículo para criticarlo con la dureza con que lo hacen ahora que ya no es gobernador. Durante todos esos años, advertimos aquí que Zeferino no estaba bien de sus facultades mentales, que tenía y tiene graves problemas de personalidad que se reflejan en su forma de hacer política-política y en su desaforado cinismo. Muchos no lo tomaron en serio, incluso, algunos de sus más fieros defensores y alcahuetes como los ahora diputados Sebastián de la Rosa, Evodio Velásquez y el borrachín de Faustino Soto, se ofendían cuando criticaban “al señor gobernador”. Sin embargo, ahora como buenos prostitutos de la política lo niegan. Hasta Ríos Piter quien fuera su secretario de Desarrollo Rural, hace como que no le ve. Incluso, hasta uno que fue su empleadito en Casa Guerrero, Arturo Martínez Núñez, y que ahora trabaja como vocero de seguridad pública del nuevo gobierno, pide timoratamente que por favor ignoren sus declaraciones.
 
Pero el ex gobernador Zeferino Torreblanca no salió de su cómodo y millonario retiro sólo para dar una conferencia de prensa para criticar y atacar al actual gobernador Ángel Aguirre. Tampoco salió porque esté interesado en limpiar su imagen, sabe que eso es imposible. Salió a dar una conferencia porque siguiendo la conseja priísta, quiere sacar del escándalo ganancia. Ya antes lo había intentado al poner una demanda por difamación contra uno de los más importantes dirigentes del PRD, pero como fue ignorado, su intención de crecer con el escándalo se le frustró.
 
El único motivó de Torreblanca es electoral. Busca como bien lo intuyó el diputado local, Celestino Cesáreo, acceder a un cargo de elección popular para asegurarse impunidad. Quiere que los liderazgos políticos del PRD, a quienes conocen bien y sabe que les gusta declarar por cualquier tontería, le hagan la campaña atacándolo. Quiere parecer víctima de persecución política. Quiere aprovechar la animadversión para reposicionarse y, para lograr eso, recurre a las mismas prácticas que condenó cuando fue gobernador: el protagonismo y la politiquería.
 
De todo el montón de estiércol que lanzó durante su conferencia de prensa efectuada este martes 29 de noviembre, lo único real fueron sus señalamientos contra el periódico El Sur y su director Juan Angulo. Un periódico que usa la información para acomodarla al criterio de su director, según a como esté su ánimo político. Varias veces, Torreblanca Galindo denunció que sus declaraciones eran desvirtuadas y acomodadas de acuerdo al criterio editorial de dicha casa. Ahora volvió a insistir y exhibió un borrador de convenio por más de 500 mil pesos mensuales, señalamiento que no desmintió el propio diario. Como nunca le pagaron esa cantidad, Juan Angulo mantuvo una campaña de linchamiento contra el ahora ex gobernador a quien acusó de atentar contra la libertad de expresión, cosa absolutamente falsa. Si de algo no se le puede acusar a Zeferino es de amenazar la libertad de expresión. Esta columna lo criticó crudamente, como ningún otro, durante seis años; jamás recibimos una queja o una amenaza de su parte. En lo que respecta al periódico El Sur, simplemente no se rindió ante el chantaje de su director. Es una lástima que un proyecto periodístico se use para forzar ataques contra políticos con el fin de buscar ganancia económica o influencia política. El Sur ha degenerado de periódico, a pasquín político para impulsar la campaña de Luis Walton y denostar a los que considera sus adversarios. Es en lo único que tiene razón Zeferino.
 
El ex gobernador de Guerrero es un esperpento político producto de la desaseada forma de hacer política en este estado. Su estilo, es una forma decantada de las cualidades de Rubén Figueroa y René Juárez; conoce a sus paisanos y sabe que son como el perro que come huevo, sólo cambian de dueño pero siguen siendo los mismos. Por eso ha decidido regresar y revolver el estiércol, tiene medido los tiempos y tiene información y aún tiene lealtades enquistadas en el nuevo gobierno.
 
Haría bien el gobernador Ángel Aguirre en cerrar filas con sus aliados leales. El gobernador está obligado a ganar más calidad moral deshaciéndose de los lastres familiares que son su talón de Aquiles y que nada le aportan a su gobierno. Es necesario que ponga freno a las ambiciones monetarias de su secretario de Finanzas, y límite el activismo electoral de su política de dádivas que se efectúa desde una dependencia familiar, si no quiere que más adelante y con justa razón, lo exhiban y pierda calidad moral como para enfrentar a Torreblanca. No se puede acusar a otro de malversación y abuso, cuando a su lado sus allegados están haciendo lo mismo.
 
El gobernador debe poner orden en las distintas secretarías donde por ningún lado se ve que estén dando resultados, salvo la Procuraduría, debido a los recortes arbitrarios a sus presupuestos públicos. Hay indicios de que al antojo y por caprichos se recorta presupuesto a programas establecidos y se canalizan para uso de aspiraciones familiares, eso debe evitarse.
 
Los ataques de Zeferino apenas comienzan, quiere ser candidato y el único partido que puede recoger tamaña escoria es el Partido Acción Nacional, será bueno ver cómo reciben su postulación panistas como Aldy Manuel, y será más bueno todavía ver si en realidad es como él decía: que sin él, el PRD no era nada, ahora tendremos la oportunidad de comprobarlo.
 
LA CONTRA
 
Acapulco tuvo una rachita buena durante el puente del 20 de noviembre. No se puede adjudicar ese entusiasmo a ninguno de los espectáculos que montó el gobierno estatal; el turismo defeño es pobre y la única opción cercana a sus bolsillos es Acapulco y los supermercados de la Costera. La llamada reseña mundial de cine fue un fisco terrible. Se trajo a pasear a actores de la tercera edad y a una española que no sabía para qué estaba en Acapulco. Alain Delón, Elizabeth Taylor y Paz Vega no tenían nada qué hacer en la reseña porque ni siquiera películas de ellos proyectaron. Fue una ocurrencia que la secretaria de Turismo Graciela Báez y su comadre Alejandra Fraustro tuvieron y que costó muchos miles de pesos al estado. Lo mismo que el fracasado Encuentro Cruce de culturas, un montón de tianguis que instalaron para vender chucherías y que estuvo abandonado la mayor parte del tiempo. El dinero es poco y estas señoritas lo derrochan en experimentos que sólo sirven para que se tomen una foto y salga en dos o tres diarios locales. El único espectáculo que valió la pena fue el llamado Air show, cuya difusión en el noticiero de televisa le costó los 39 millones de pesos que el Congreso local le acaba de aprobar a Televisa para su Teletón…. Si las cosas siguen así, el ex gobernador Zeferino Torreblanca tendrá material de sobra para decir que su gobierno fue mejor.