jueves, 1 de diciembre de 2011

LA IRRUPCION DE ZEFERINO Rodrigo Huerta Pegueros


La Irrupción de Zeferino
La Regla es que no hay Regla
Por Rodrigo Huerta Pegueros*

Las reglas no escritas en política han sido superadas por la nueva y no tan nueva camada de políticos de este país. El viejo PRI o mejor dicho el PRI actual, quien fue el creador de esta idea genial o cuando menos quien hizo uso de estas reglas y casi las convirtió en tabú fue también el mismo que las dinamitó.
No olvidemos, para recuperar algo de memoria, que los priistas no movían un solo dedo o no alzaban la voz mas que lo autorizado. Si no se lo permitía el jefe máximo, el superior jerárquico no hacía nada, so pena de ser desplazado, congelado o enviado al exilio. Nadie podía decirle al gobernante en turno los errores cometidos o los excesos de poder en que había incurrido si no quería exponerse al peligro de ser sujeto de la ira del jerarca poderoso y autoritario, el dueño de vidas y haciendas.
Hoy, afortunadamente, estas reglas han caído poco a poco en desuso mientras la sociedad se abre paso y construye las instituciones democráticas, a la vez que somete al gobernante a ser un verdadero servidor y no servirse de quienes lo designaron mandatario constitucional. Esta situación no la han querido asumir como realidad tangible los políticos que todavía suspiran por las viejas fórmulas de ejercer el poder.
 Pero como siempre sucede la realidad los coloca a cada quien en su exacta dimensión.
¿Podríamos entender a este país que ha superado los atropellos de los gobiernos autoritarios y represivos de los años cincuentas o setentas u ochentas, ahora?
Hoy nadie se quedaría callado ante un atropello contra una persona, un grupo o comunidad de parte de representantes de cualquier nivel de gobierno. Ni a los uniformados se les permite hoy en día actuar como lo hacían antes ni a los mandatarios se les permite hacer uso del presupuesto a su antojo sin la necesidad de rendición de cuentas.
Hoy hay mas instrumentos de control y existen mayores frenos para que el poder se ejerza a ultranza y que los que tienen el poder de la represión oficial no puedan ejercerla a su arbitrio u antojo so pena de ser denuncias y a la postre sancionados.
¿Que nos queda ahora de la forma como se gobernaba en los años sesentas con las nuevas formas como se gobierna en este 2011 y se ejerce el poder? No hay parangón.
 Por lo tanto, no entendemos a quienes hoy día se sorprenden de lo que nos sucede con los políticos en el país y en particular en el estado de Guerrero. No entienden que si todo se ha transformado y ha ido cambiando paulatinamente o en forma continua, se produzca mucho ruido cuando un ex gobernante sale a decir su verdad o sus verdades y se enfrenta y confronta con quienes hoy son los nuevos gobernantes. La crítica a esta nueva forma de romper reglas o tabúes son por demás ociosas y gratuitas, además de interesadas. Hoy la sociedad no entendería nada de lo que pasa si no hay reglas del juego y contrapesos dentro y fuera de lo que es el poder público, el poder político o el poder económico.
Lo que hemos visto a últimas fechas ha sido el rompimiento constante de paradigmas.
Sucedió con Carlos Salinas de Gortari y su enfrentamiento con el presidente Ernesto Zedillo Ponce de León. Lo hizo Zedillo al hacerse funcionario internacional sin cuidar ni respetar las leyes vigentes respecto al tiempo que debe guardar un ex presidente para trabajar con el sector privado.
No hace falta recordar lo que hizo Fox al asumir la presidencia, pero sin embargo recordemos que en el año 2000 perdió el PRI la presidencia de la República. Llegó el partido conservador (PAN) al poder y a la cabeza se colocó el guanajuatense y primitivo vaquero, Vicente Fox Quesada. Fue el primer aspirante a la presidencia de la República que hizo a un lado las llamadas reglas escritas y no escritas en política.
Fox no solo violentó la ley sino que hizo lo que ningún otro candidato presidencial priista había hecho a lo largo y ancho de la historia política nacional. Levantó el estandarte de la Virgen de Guadalupe. Luego les recetó a los diputados y senadores en el Congreso de la Unión su dicho: ‘si muchachos, Juárez, Juárez’, durante su toma de protesta como presidente de la México e hizo en mas de una ocasión el ridículo por su falta de cultura y por no respetar los protocolos nacionales e internacionales.
Aquí en Guerrero todo pasaba según las reglas del juego de la política priista. Esta terminó en el año 2005 cuando perdió la gubernatura. Ganó una alianza de partidos y organizaciones de izquierda, progresistas y civilistas. Hubo una nueva forma de gobernar. No todos quedaron contentos ni quienes estaban fuera ni de quienes quedaron dentro. No se ajustaban a lo que hacía el nuevo gobernante. Y así transcurrió el sexenio.
La alianza de izquierda mantuvo su superioridad y retuvo la gubernatura bajo el mando de un ex priista. Las reglas del juego político volvieron a trastocarse. Los aliancistas tuvieron que poder cohabitar con sus antiguos adversarios y sobre todo, gobernar bajo sus usos y costumbres. Todavía no se acostumbran a esta nueva fórmula de ejercer el poder. Quizá los tenga confundidos el hecho de que no tienen o no saben en que tipo de libro leer para orientarse un poco. Todo es confuso, pero nada está perdido. El cuatrienio inició hace ocho meses. La limpia de casa está todavía en acción y los sapos que se han descubierto están a resguardo y los faltantes están debidamente registrados. Lo que se ha dicho y difundido es solo lo que se encontró y nadie que esté en sus cabales va a ir a denunciar un fantasma o va a presentar simuladores como pruebas.
Con estas acciones el nuevo gobierno también rompió las reglas no escritas.
Y que bueno que así se haya hecho. Ya no estamos en los tiempos en que se solapaba o se encubrían unos a otros. Hoy la función pública debe dignificarse y debe denunciarse a quien haga mal uso de los recursos que le pertenecen a la comunidad y que deben invertirse para su provecho. Estas deberán ser reglas del juego político y deberán quedar escritas para que quien venga después las cumpla al pie de la letra. Las reglas no escitas pudieron ser una forma de gobernar en tiempos en que la civilización mexicana estaba afianzándose y que todavía había mucho quehacer para que los políticos se dijeran entendidos en esto de la administración y el quehacer gubernamental.
Pero que nadie se escandalice porque el gobierno actual denunció o demandó a los funcionarios que estuvieron antes al frente de las instituciones y que no hicieron bien su trabajo y dejaron faltantes o pruebas que sustentaran el uso de los recursos públicos.
Y así como el gobierno tiene el derecho a denunciar a quienes crean que realizaron actos que pueden ser constitutivos de un delito, pues también los involucrados tienen el derecho constitucional de defenderse como mejor les sea conveniente. Y si la libertad de expresión es una de las garantías individuales universales que debemos proteger, no hay por ningún motivo de que escandalizarse cuando los ahora o ex políticos hacen uso de este derecho.
La reaparición de Zeferino Torreblanca Galindo ha venido a sacudir a los políticos y gobernantes que no se sienten seguros de su actuación. Hay algunos que vituperan. Otros que lanzan la piedra y esconden la mano. Otros callan por complicidad. Unos más quieren prender fuego al adversario por el hecho de serlo. Otros más han preferido callar y actuar y que sean las autoridades competentes las que hablen y decidan.
Si las autoridades dan su veredicto a los denunciantes, entonces las instituciones se fortalecerán. Si es lo contrario, tendrán que rehacer lo que hicieron mal y al final de cuentas se pondrán las cosas en su exacta dimensión y con ello el único beneficiado será la comunidad en su conjunto pues es a ella a la que corresponde conocer que sus recursos han sido debidamente utilizados o en contrario conozca que le han sido resarcidos por quienes cometieron hechos fuera de la ley.
Pero lo cierto es que a estas alturas del nuevo milenio, las reglas del siglo diecinueve que impuso el viejo y actual PRI no funcionan más para esta nueva generación de políticos.
Hoy la regla es que no hay regla, aunque sí debemos de solicitar que cada político, que cada funcionario o que cada ciudadano, deba de mantener la civilidad para cuando tenga que exigir que sus derechos y garantías se atiendan, escuchen y protejan. Eso no lo debemos olvidar, por ello, pretender quemar con leña verde a un ex gobernante por hacer uso de su libertad de expresión es por demás un desatino, un exceso y un primitivismo rampante.

Periodista y Analista Político*