martes, 13 de diciembre de 2011

20 AÑOS DE DESENCUENTROS LA ESCUELA RURAL: EFRAIN RAMOS


Acordar y Pactar con los Normalistas la Transformación Académica y la Renovación Social de la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”
 Efraín Ramos Ramírez
 La gravedad de los acontecimientos del día de antier, en los que perdieron la vida Jorge Alexis Herrera, de Atoyac, y Gabriel Echeverría, de Tixtla, ambos estudiantes de la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, reclama de las autoridades estatales y federales una investigación que llegue hasta las últimas consecuencias y que esclarezca realmente quién o quiénes son los responsables de la muerte de estos dos jóvenes normalistas; así como de las lesiones que sufrieron varias personas, entre ellas un trabajador de la gasolinera “Eva” cuyo estado de salud está reportado como grave y determinar la situación legal de las personas detenidas.
Importa esclarecer a fondo estos acontecimientos, y determinar  de manera precisa y contundente quién o quiénes promovieron este fatal desenlace, porque sucesos de esta naturaleza y la trasgresión de la ley por quienes están obligados a velar por su justo imperio, sólo contribuye a desestabilizar la vida política del estado y a generar un nuevo desencuentro entre el gobierno del estado y los estudiantes de este combativo centro educativo.
La situación es todavía más grave dada la reiterada actitud y decisión del actual gobierno del estado de propiciar y lograr el reencuentro con los estudiantes de la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, luego de casi 20 años de sucesivos desencuentros con otros gobiernos estatales.
La Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, fundada en 1926 en Tixtla de Guerrero, es de las pocas instituciones sobrevivientes del sistema de educación popular implantado al calor de la Revolución Mexicana en los años 20 y consolidado durante el gobierno del general Lázaro Cárdenas del Río, al igual que el Instituto Politécnico Nacional, los Internados Indígenas y las Escuelas e Internados para Hijos de Trabajadores.
Ha sido una escuela donde se han formado un importante sector del magisterio guerrerense que contribuye a la educación básica e indígena de la entidad; ha sido también durante muchos años la única posibilidad de estudios superiores para muchísimos jóvenes de escasos recursos.
Se acusa a los estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de la alta politización que muestran y por las frecuentes movilizaciones que realizan; pero se olvida que esta es una característica no sólo de ellos, sino también de nuestra Máxima Casa de Estudios, la Universidad Autónoma de Guerrero.
La verdad es que pese a su combatividad y radicalismo ideológico cuando estudiantes, lo egresados de ambas instituciones, se incorporan a la vida profesional en distintos horizontes políticos y en la mayoría de los casos con una profunda vocación de servicio mediante la cual dan expresión a sus inquietudes sociales.
En el caso particular de los egresados de Ayotzinapa, éstos siguen siendo los únicos egresados de las 18 normales públicas y privadas que hay en Guerrero, que aceptan ir a prestar sus servicios a las comunidades más apartadas y los únicos que tienen el más bajo nivel de abandono de los centros de trabajo que les han sido asignados. Cualidades que vale la pena reforzar y apoyar ampliamente.
Ciertamente las relaciones entre la Universidad Autónoma de Guerrero y el gobierno de Guerrero han mejorado sensiblemente durante la última década; actualmente la relaciones son más tersas, más funcionales, más institucionales, pero ello se debe a que el gobierno del estado ha prestado mayor atención a las necesidades universitarias y ha sabido dejar en manos de la propia Universidad la recuperación de su calidad académica; consciente de que la reforma universitaria de fondo que requiere nuestra Alma Mater, sólo puede provenir de su interior, de la propia capacidad de autotransformación de las fuerzas universitarias.
La Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” también requiere que se le brinde la oportunidad de mostrar que puede contribuir mejor al desempeño educativo en el estado. Requiere para ello, de una nueva planta docente, con una nueva visión académica y socialmente más comprometida con la dignificación social de magisterio; requiere ampliación de matrícula y mejora de instalaciones; y también de una reforma académica de fondo que actualice planes y programas de estudios y recupere la dinámica social y productiva que los egresados de estas normales promovían en nuestras comunidades rurales e indígenas. Antes la responsabilidad por la calidad académica de esta Institución estaba a cargo del gobierno federal, ahora es, desde 1983, responsabilidad del gobierno del estado; responsabilidad que hasta ahora no se ha cumplido cabalmente.
Necesitamos, y es urgente, concertar una alianza estratégica con los estudiantes, profesores y directivos de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, que nos permita como sociedad, como gobierno y a ellos como institución, rescatar el valor de la educación rural, fortalecer la educación popular y dignificar y darle su verdadera dimensión a la importante labor del magisterio rural e indígena.
No podemos continuar con esta secuela de desencuentros, de omisiones, de olvidos que sólo contribuye al rezago educativo y que vulnera la gobernabilidad del estado.
Llamamos a los estudiantes de Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, a la reflexión, a la concertación, al reencuentro y a la búsqueda de alternativas que nos permitan a todos, institución, sociedad y gobierno, consolidar esta Normal Rural como un centro académico de avanzada, científica, tecnológica y humanísticamente moderno y que sirva efectivamente a la sociedad, a los que menos tienen.
Llamamos también al gobierno del estado y a las autoridades educativas a replantearnos el tipo de relaciones que se deben mantener con la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” y a diseñar e implementar conjuntamente con ella las trasformaciones académicas, administrativas y sociales que requiere y demanda esta importante Institución de educación popular.
Insistimos: hay que hacer una investigación a fondo de los acontecimientos ocurridos el 12 de diciembre, caiga quien caiga, y deslindar las responsabilidades de quienes hayan intervenido en estos hechos, sin importar la relevancia de sus cargos, porque no puede soslayarse ni encubrirse responsabilidad alguna en que hayan  incurrido los cuerpos de seguridad o los funcionarios que tuvieron conocimiento de los sucesos y tomaron las decisiones que juzgaron pertinentes, pero que hoy desgraciadamente lamentamos.
Pero también creemos, y así queremos plantearlo, que todavía estamos a tiempo de corregir las cosas y de acordar y pactar con los normalistas de Ayotzinapa, la transformación académica y la renovación social de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”. Los estudiantes de Ayotzinapa tienen todavía mucho que aportar al progreso del estado y Guerrero necesita mucho de su participación y esfuerzo en la mejora de nuestro sistema educativo.